Tenemos que empezar siendo honestos con nosotros mismos y admitir que, uno a uno, somos insignificantes.
Bueno, a lo mejor está leyendo esto alguien que haya participado en el desarrollo de una vacuna, alguno de los que van en el Open Arms o cualquier otra labor que haya servido para salvar vidas humanas. En ese caso, no sois insignificantes.
Pero, en general, la mayoría solo tenemos tiempo y recursos para ocuparnos de nosotros mismos, de nuestra familia más próxima y de algún amigo cercano.
Lo que quiero decir con esto es que, ni para bien ni para mal, nuestras acciones individuales van a alterar gran cosa el discurrir de todo.
Salvo si eres de esos que se dedican a prender fuego en el monte. En ese caso tampoco serías insignificante, pero prefiero no decir lo que opino. O si eres un milmillonario de esos que cogen el avión para cada desplazamiento que hacen, aunque sea de diez minutos, y que, al cabo del año, contaminan más ellos solos que todo un pueblo de mediano tamaño junto.
Y esto, aplicado a la pesca, viene a ser un poco lo mismo. La mayoría de los que pescamos sin muerte no pasamos de salvar la vida a unos pocos centenares de peces cada año, y la mayoría de los que pescan con muerte, respetando los cupos, no pasan de matar unas cuantas docenas de peces cada año.
Así, tomados uno por uno, lo que cada uno de nosotros haga no va a ser nada definitivo para condenar o salvar a las truchas de su extinción.
Pero cuando nos juntan en manada y si tomamos los números totales de la manada, y no de los individuos que la componen uno a uno, la cosa cambia bastante. Y no es lo mismo matar unas pocas docenas de peces al año, que matar varias decenas de miles, en el caso de sumar todas las capturas de los pescadores con muerte de una región cualquiera.
Con la proliferación por todas partes de la fantasía animalista ya hace años que se nos acusa a los pescadores que practican la pesca sin muerte de torturadores, o algo peor.
Incluso algunos de los de esnuca y fríe se han apoderado del argumento. Resulta muy llamativo ver a un pescador presumiendo un día de haber hecho el cupo de salmones de un coto, y a los pocos días llamar torturador a un pescador sin muerte.
Y eso de torturador es una cosa demasiado subjetiva. Yo en la casa del pueblo siempre tuve perros y gatos, y todos andaban a su puta bola. Jamás estuvieron atados, ni encerrados, ni les faltó comida ni techo en el que dormir a cubierto y bien calientes. Me imagino que esto hoy en día sería impensable, es posible que incluso ilegal, pero el siglo XX era algo salvaje. Qué le vamos a hacer...
Lo que quiero decir es que para mí está más torturado un mastín metido en un piso de 70m² al que sacan dos veces al día para que cague y haga pis fuera del piso, que uno que pase todo el año en el monte.
Llevándolo al extremo podríamos llamar torturador a cualquier senderista o trail runner que vaya pisando y matando insectos durante su transitar por cualquier monte, al que se dedique a tener peces metidos en una pecera o a lo que se te ocurra.
¿Verdad que suena ridículo?
En cualquier caso, todas estas cosas, que ya digo que son muy subjetivas, son además instrascendentes, ya que se centran principalmente en la ética de cada individuo, según sus propios valores, sus ideales y su experiencia. Y, en esto, como decía al principio, la mayoría de nosotros somos insignificantes.
A mi me interesa mucho más la ética como especie. Los resultados globales que producen las acciones particulares. Y ahí es donde dejamos de resultar insignificantes como individuos, para pasar a ser importantes como miembros de la manada.
Por este motivo, no concibo ningún otro tipo de pesca ética que no sea el captura y suelta, ya que es la única forma de que las acciones particulares -devolver el pez vivo al agua en lugar de matarlo- produzcan resultados globales que puedan ser positivos -un altísimo porcentaje de los peces devueltos al agua podrán seguir reproduciéndose para garantizar la supervivencia de su especie-.
Y todo esto siempre teniendo en cuenta dos cosas:
1- La primera de ellas es que esos peces han de ser devueltos en las mejores condiciones que sea posible.
2- La segunda cosa es que me refiero, obviamente, a que esto deberia llevarse a cabo de manera indiscutible con las especies que estén allí donde corresponde: las especies autóctonas.
Por eso, en mi opinión, la ética no es matar o no matar a un pez en particular. La ética está siempre en el beneficio mayor que pretendes alcanzar a partir de las acciones particulares que como individuo puedas llevar a cabo.
Si quieres que se siga pudiendo matar todo salmón que llegue a las costas cantábricas, en mi opinión tienes una ética de mierda.
Espero que se haya entendido.