El otro día tuve una larga charla telefónica interesantísima con un amigo. Y mira que no soy yo mucho de hablar por teléfono.
El caso es que estábamos recordando batallitas y de repente quedó una pregunta en el aire:
"¿Tú qué dirías que tiene que tener alguien para decir que es un gran pescador?".
Y con lo de gran pescador no nos estábamos refiriendo al que saca muchos peces únicamente. Aparte que esto es un baremo muy poco fiable, porque hasta los pescadores capaces de sacar más peces y más rápido que nadie, se han comido bolos tremendos (como todos, claro).
Y que nadie interprete esto como que los grandes pescadores no compiten o algo así. Conozco dos competidores a los que metería sin dudar en el saco de grandes pescadores, pero no solo por sacar peces, sino por otras cosas que veremos a continuación.
Reducirlo todo a solamente sacar peces, como muchas veces sucede, es perderse gran parte de la historia. Y a mi personalmente me resulta bastante indiferente.
"Ah, que has sacado hoy siete peces más que yo... ¡Qué bien! Toma, un pin. Ponlo en el chaleco para recordar la gesta".
Sacar muchos peces y muy gordos está muy bien, pero hay más.
Como decía no sé quién, quizás Unamuno, había un par de cosas, que por desgracia están últimamente de vuelta, que según él se curaban leyendo y viajando.
Coincidíamos el otro día mientras hablábamos que en el caso de la pesca, pasaba un poco lo mismo.
Para convertirse en un gran pescador se tiene que haber pescado en muchos sitios, y no me refiero a viajar por todo el mundo, ya que sin salir de la península hay ríos y peces de todo tipo para acumular un bagaje más que suficiente en este sentido. Y no todo el mundo tiene el tiempo y el dinero para andar haciendo viajes de pesca.
Pero sí, debe haber pescado en muchas condiciones diferentes. Y a ser posible, también peces diferentes. En zonas diferentes, cada una con sus particularidades.
Y debe haber leído.
Ya sé que muchos pescadores piensan que andar leyendo libros de pesca o de montaje de moscas no ayuda a ser mejor pescador, pero sí ayuda.
Básicamente porque muchos de los que han escrito esos libros, están sin duda alguna dentro de esa categoría de gran pescador (según los criterios que barajábamos hace unos días este amigo mío y yo).
Para entendernos: Lefty Kreh. Por poner un ejemplo que todo el mundo conoce.
Este tío ha pescado peces de todo tipo, en toda clase de escenarios, con toda clase de equipos de pesca con mosca y bajo cualquier circunstancia o condición.
Así que conocer con la mayor profundidad posible todo lo que se ha contado y escrito sobre la pesca con mosca es un pilar fundamental para entrar en la categoría de gran pescador.
Por supuesto, siempre que se lea con espíritu crítico. Si coges La trucha selectiva, En al anillo de la subida o cualquier otro que se te venga a la cabeza, y das por bueno todo lo que allí se haya escrito, como si se tratase de profesar algún tipo de fe, entonces es mejor no leer nada.
Pero sí, conocer el pensamiento de otros grandes pescadores anteriores, debería ser una condición inexcusable para el nuevo gran pescador.
Y, por último, la que ambos coincidimos en que era la característica fundamental que siempre se debería cumplir para considerar a otro un gran pescador: que haya transmitido parte de su conocimiento a otros.
Esta es la forma en la que un gran pescador deja una impronta en el colectivo.
No se consigue sacando más peces que nadie. O más grandes. No se consigue con veinte mil likes de Instagram, porque un día no habrá Instagram y todo eso desaparecerá para siempre. No se consigue sacando peces más gordos que nadie. Ni llenándose el pecho de medallas ni sabiéndose de memoria los cien libros más importantes de la historia de la pesca con mosca.
El último y necesario paso para convertirse en un gran pescador solo se puede dar cuando hay muchos que han aprendido una parte de todo el conocimiento que ese gran pescador ha acumulado a lo largo de los años.
Lo fundamental es compartir lo aprendido.
Da igual que sea en un libro, que publicando artículos en revistas, impartiendo cursos o parándose a hablar tranquilamente con cada persona que se cruza en el río. Como sea. Da igual la forma, importa el fondo.
Para que os hagáis una idea, de quién más he aprendido yo, que sin ninguna duda es un gran pescador, ni siquiera tiene redes sociales ni WhatsApp ni ninguna mierda de estas. Pero cada hora de charla compartida hace años era el equivalente a haber tenido que pasar cien horas en el río aprendiendo por mi cuenta.
Diría que para reconocer a un gran pescador la forma más fiable es una de estas dos:
- O que algún pensamiento suyo relacionado con la pesca te vuele la cabeza. Que te quedes "¡pero cómo es posible que no hubiese pensado en esto antes!". Un ejemplo clásico: Gary LaFontaine y todo el desarrollo que hizo en relación a los tricópteros a los que no se les había hecho demasiado caso antes.
- O que tenga un conocimiento tan grande que casi apabulla cuando te ves situado frente a todo ese conocimiento. Otros ejemplos de esto: Ernest Schwiebert, Ray Bergman o Gary Borger.
"Pero es que no pones ninguno español en los ejemplos" a lo mejor estás pensando. A eso te respondería: "Pa qué?".
Se me vienen cuatro clarísimos a la cabeza. Que cumplen todos estos requisitos. Pero los cuatro instructores de lanzado. Solo con este dato, si les mencionase, no les estaría haciendo ningún favor, porque seguro que solo por ese dato algún hater
aparecerá. Y también los dos que compiten a los que hacía referencia al principio del texto.
Vamos, menuda combinación, poner como ejemplos a competidores o instructores de lanzado, dos colectivos con amplio número de detractores. No les voy a hacer ese mal porque les tengo aprecio a todos ellos.
Y ya lo último que faltaba es que solo por querer hacerles una mención honorífica corramos el riesgo de que a alguno le dé por criticarlos solo porque no le caigan del todo bien (o por lo que fuera).
Y ahora sí que ya para terminar yo habría querido añadir una característica con la que mi amigo no estaba muy de acuerdo el otro día.
Un gran pescador tiene que tener clarísimamente asumido que es muy malo. Que no sabe nada. Que por mucho que crea que sabe, siempre estarán el río (o el mar) y los peces para dejarle claro que se equivoca.
Esto es muy fácil de boquilla, con falsa modestia, etc. "Yo siempre estoy aprendiendo", "Me queda todo por saber", "el río siempre te pone en tu sitio"...
Bla, bla, bla.
Quizás no estés de acuerdo, pero para mi, solo se podría considerar un gran pescador a aquel que cada vez que pone un pie en el río su único pensamiento es el de aprender. Descubrir algo nuevo en cada lance. No dar nada por sentado.
Aprender, compartir, aprender, compartir, aprender... Y en este círculo es donde se forja el gran pescador.