Ya sabes que mi opinión no es muy favorable respecto a algunas cosas que han traído las redes sociales, especialmente en todo aquello que tiene que ver con el postureo y, sobre todo, porque en ocasiones tienden a que distorsionemos un poco la realidad.
Esto no sé si lo sabes, pero igual te lo imaginas, y si no ya te lo cuento yo. Sucede que estudié Historia, y como la mayoría de la gente que estudia esta especialidad, soy un descreído de todo.
Cuando ves como ha funcionado todo casi desde el principio, dejas de creerte nada, por lo que, entre otras cosas, cualquier tipo de sentimiento patriótico en mi es nulo. Yo soy de mi familia y de mis amigos, y todo lo demás, me la suda bastante.
Te preguntarás qué carajo te importa esto a ti, pero es importante para lo que voy a decir a continuación, y que tengas claro que no me mueve ninguna milonga cegadora patriótica ni mierdas de esas.
Ahí va: en España somos la polla.
Me refiero a lo que tiene que ver con la pesca con mosca, claro. No a la tontería aquella que se puso de moda hace unos años de "soy español, ¿a qué quieres que te gane?". Pues mira, ahora que lo dices, quiero que me ganes al Cricket. O al ajedrez. O al Rugby. O en los 100 metros lisos. O en el Baseball.
Creo que no nos damos la importancia que en realidad tenemos, pero ahí van unas cuantas ideas que quizás puedan contribuir a que todos seamos más conscientes de ello.
Empezando por el principio, en España tenemos alguno de los tratados sobre pesca con mosca más antiguos que existen en el mundo. Siempre los padres de la pesca con mosca parecen otros, pero cuidado con nosotros, que aunque no se conozca tanto, ahí están el Tratadico de Pesca o el Manuscrito de Astorga, tristemente perdido en el agujero negro de expolio patrimonial infinito que ha supuesto para nuestra Historia todo lo relacionado con el Pazo de Meirás.
En épocas más modernas tenemos también el trabajo de Rafael del Pozo plasmado en su libro Moscas para la pesca, que sí, que ya sabemos todos que contiene errores, y que algunos de esos insectos no están en realidad presentes en nuestros ríos. Pero cometer algún error no resta dignidad a la cantidad de tiempo invertido en tratar de poner al alcance de todos los pescadores la erudición de un solo pescador. Seguramente todos los que hayáis nacido en el siglo XXI viviréis lo suficiente para ver que Einstein también se equivocó en algunas cosas, y eso no resta importancia a su obra y su figura. Para que algunos acierten, otros han de equivocarse primero.
En España tenemos a alguno de los mejores pescadores del mundo. Ahí están año tras año sacando medallas y estando entre los mejores en las competiciones internacionales pescadores como David Arcay, Rubén Santos, Jordi Oliveras, Iñaki Muñoz, Ander Pérez, Andrés Torres, Julen Aguado...
Y si lo de estos tiene mérito, qué decir de Víctor Manuel Díez y de Segismundo Fernández Álvarez, que en 1982 y 1983, respectivamente, se convirtieron en los dos primeros españoles en ser campeones del mundo de pesca con mosca en categoría individual.
Y aunque me meta con ello algunas veces, en España tenemos también a alguno de los mejores lanzadores del mundo. Ahí han estado Alejandro Viñuales, Aitor Coterón o Carlos Azpilicueta como punta de lanza en el estudio y la difusión de la disciplina del lanzado a mosca.
Además, tenemos montadores de moscas espectaculares que nos representarían con absoluta maestría en cualquier simposio internacional: Jorge Rodríguez Maderal, Nacho Heredero, Andrés Touceda, José Antonio Giménez Jurado...
Tenemos, también, alguna de las mejores colecciones de moscas para trucha que se hayan creado nunca. Se me vienen a la cabeza la colección de los hermanos Urruzuno o la de Mikel Elexpuru en tiempos más modernos, pero también alguna colección que se vendía en Lake and River a finales del siglo pasado y que tenían algunos modelos de moscas que parecían venidas directamente desde e futuro.
Tenemos, también, un nivel medio de pesca que ya lo quisieran para sí en muchos otros lugares. No voy a mencionar ningún país porque no viene a cuento, pero me ha tocado pescar con pescadores de otros países y virgencita, que me quede como estoy. Pescando a seca el pescador medio español está en un nivel muy alto en comparación con los de muchos otros países, y pescando al hilo tampoco tenemos nada que envidiar a nadie.
Y, esto ya es muy personal, tenemos las mejores cañas para pescar truchas con eso que algunos llaman técnicas modernas, porque he probado casi todas, he ido cambiando de marcas y, al final, siempre vuelvo a Maxia. Pero ya digo que esto va en gustos. He tenido cañas de muchos cientos de euros que no me han durado en casa ni dos semanas antes de ponerlas en venta, y alguna joya clásica por la que algunos matarían, que tampoco es para tanto. Y aparte de Maxia, las Rose Rods, fabricadas también íntegramente en España, tienen un pintón de la leche y por lo que me ha contado alguno que las ha podido probar, son un absoluto espectáculo.
¿Sabéis lo que es tener a dos fabricantes de blanks de carbono en nuestro país? Muchas veces miramos con envidia al norte, pero todas esas marcas escandinavas se dedican a encargarle las cañas al coreano o al chino de turno, no a fabricarlas ellos mismos. Y constructores de cañas de bambú tenemos también unos cuantos cuyas cañas no tienen gran cosa que envidiar a ninguna otra.
Y ahora viene lo que las redes sociales nos han traído de bueno. Y esto es que les tenemos a todos al alcance de la mano, o a casi todos, que creo que Alejandro para las redes sociales caga bastante, y envidia que me da por ello, pero en el resto de los casos, como decía, les tenemos ahí al alcance de un par de clics, incluso podemos preguntarles cosas, comentar sus publicaciones y, si tenemos suerte, obtener respuestas que en muchos casos quizás no sepamos lo valiosas que realmente son.
Tampoco estoy diciendo que vayáis ahora a acribillar a mensajes a todos los mencionados por aquí, u otros similares, cada uno en su especialidad, pero ya que los tenemos, deberíamos sacar pecho más a menudo y aprovechar todos sus conocimientos de vez en cuando.