¿A quién no le gustaría una tabla de corriente uniforme en un río fácil de transitar y con cantidad de peces de 40 o 50 cm tomando con franqueza cada mosca que se les presenta medio decentemente?
Seguramente sea el sueño de muchos pescadores.
También te digo que conozco a más de uno y de dos que se aburrieron bastante de esto, que es lo que por ejemplo era Mieres a finales de los 90 o principios de los 2000.
Me imagino que todo lo bueno cansa.
De lo que sí estoy seguro es que en esas condiciones de truchas barrigonas y facilonas, no se aprende demasiado.
Yo no soy nada partidario del rollo ese tipo "la letra con sangre entra", pero sí que es verdad que a menudo en la pesca con mosca cuando más se aprende es cuando nos toca sufrir.
A mi ese tipo de escenarios me atraen especialmente. No sólo por el desafío que a menudo suponen, sino también porque habitualmente te sueles encontrar con muy pocos pescadores. Los sitios con fama de truchas difíciles no son de los más frecuentados. Y esto para mí es una gran ventaja, porque puedes tomarte todo el tiempo del mundo para ver cómo los peces reaccionan a cada estímulo, sin estar pendiente de si llevas a alguien delante o si viene alguien por detrás.
Y aprendes cosas.
Aprendes, por ejemplo, que cuanto más largo y fino sea el bajo, menos se espantan los peces cuando tratas de presentarles una mosca y mejor es la deriva de la mosca.
Aprendes, por ejemplo, que en muchas ocasiones, si consigues que no te detecten, pescar aguas abajo con mosca seca es muchísimo más efectivo que tratar de pescar aguas arriba. O sea, que lo primero que vea el pez sea la mosca.
Aprendes, por ejemplo, que una mosca, por llamarla de alguna manera, que sea simplemente un falso hackle no muy poblado de liebre o ardilla, formando una especie de pelotita informe, en un anzuelo diminuto, y sin engrasar, puede hacer subir a peces que no se moverían para tomar ninguna mosca más convencional.
Aprendes, por ejemplo, a sacar los peces lo más rápido que sea posible y armando el menor revuelo del que seas capaz para que no espante a todos los demás y te joda veinte metros de río si le dejas que dé saltos y vueltas a su antojo.
Aprendes, por ejemplo, a lanzar una pequeña ninfa en un palmo de agua, que espanta a los peces al caer el agua, dejándola posada en el fondo del río los minutos que haga falta hasta que los peces se vuelven a colocar, es un imán irresistible cuando tiras de la línea para que suba hacia la superficie y las dos o tres truchas más cercanas se abalanzan sobre ella como si se hubiesen puesto mal de la cabeza.
Aprendes, por ejemplo, que para pescar a ninfa a pez visto aunque pueda parecer más importante ver las reacciones del pez que saber dónde está exactamente tu ninfa en cada momento, es mucho más práctico ir viendo tu ninfa en todo momento, y clavar cuando dejes de verla (siempre que haya un pez cerca, claro).
Aprendes, por ejemplo, que estar pescando junto a la vegetación de la orilla, sin meter los pies en el agua si es posible, suele resultar más fructífero que meterte en medio del río como un elefante en una cacharrería.
Aprendes, por ejemplo, que a veces llevar botas con clavos y el ruido que hace el metal al caminar en las piedras del fondo es suficiente para que un pez que estaba alimentándose dejé de hacerlo o incluso se desplace alejándose de la postura en la que estaba y busque otra. Bueno, en realidad no estoy seguro de si es por los clavos o simplemente por meterse en el agua, pero me ha pasado muchas veces de meter los pies en el agua en zonas de aguas casi paradas y uno o dos palmos de profundo y automáticamente ver a todos los peces desplazarse varios metros.
Aprendes, por ejemplo, que lanzar volando la línea por encima de los peces es la mejor estrategia que puedes seguir si lo que quieres es que ningún pez tome tu mosca.
Aprendes, por ejemplo, que a menudo resulta mucho más provechoso modificar el bajo de línea cuando tienes algún rechazo que cambiar una y otra vez de mosca, ya que lo único que consigues así es acortar tu bajo unos diez centímetros en cada cambio.
Aprendes, por ejemplo, que moscas que tienen mucha fama la tienen por algo.
Aprendes, por ejemplo, que un escarabajo posado con violencia puede resultar mucho más efectivo que el mejor de los dípteros montado en un 28. No siempre es así, pero a veces sí es así.
Aprendes, por ejemplo, que las ninfas sin lastrar y sin bola metálica siguen teniendo un lugar en nuestras cajas, ya que hundiéndose lentamente o quedando a medias aguas resultan mucho más atractivas que algo que se hunda como una carga de profundidad.
Aprendes, por ejemplo, que las pupas de quironómido en un anzuelo curvo del 20, con cuerpo en quill de pavo, tórax en dubbing, cuatro fibras de cdc y bola negra o blanca, pescan más de lo que muchos puedan imaginar.
Sí, a veces toca sufrir, y hay escenarios de pesca que parecen diseñados para pasarlo mal, pero cuando consigues robarles algún pez, aunque sea pequeño y no estés muy seguro de cómo has conseguido que tome tu mosca, cualquier otro tipo de escenario te parece coser y cantar.