Discúlpame por la calidad de la foto, pero he querido buscar para este artículo fotos antiguas con moscas hechas con patas de liebre ártica de aquella primera hornada que llegó a Gijón porque nunca he vuelto a ver unas patas con el pelo tan esponjoso y que floten como flotaban aquellas.
El montaje es bien sencillo. Pata de liebre ártica en color crema natural e hilo de montaje Danville de color naranja.
A la temporada siguiente llegaron unas patas de liebre que el fabricante teñía en naranja flúor. Un amigo montó esta misma mosca con aquel pelo de las patas naranja flúor y las probó con estupendos resultados en otro tramo afamado por aquel entonces del río Nalón.
Y con el mismo resultado: una jornada de pesca estupenda.
Ahí empecé yo a pensar que igual lo del color no importaba tanto, pero esa es otra historia.
En este mismo tramo del Nalón volvimos otro día otro amigo y yo a probar unos barones montados con el dubbing granate de Fly Rite y las alas con pata de liebre en color crema. Otra jornada para enmarcar.
Y podría seguir enumerando días de pesca cojonudos a las truchas o a los reos: en Belmonte, en Carrizo, en Mieres, en el Eo, en el Miño, en el Agüeira, en el Narcea, en el Suarón, en el Navia...
Vamos, donde habitualmente solía pescar por aquellos años.
Luego fueron llegando patas en otros colores: avellanado, diferentes tonalidades de gris... Por ejemplo (también fotos antiguas):
Esta es en un 12, para cuando había que pescar al pardón. Con las primeras patas que llegaron en color medium dun.
Y esta en avellanado, o
tan según el fabricante, aunque ya se puede ver que el pelo no es tan esponjoso ni tiene la misma textura que en la primera foto. Aun así, flotaba decentemente y pescaba aceptablemente bien.
Y estas son de las primeras, que todavía conservo por casa alguna de aquellas patas de la tirada original y algo voy montando exclusivamente para uso particular.
Y mira que yo soy un convencido de que en la mayoría de los casos lo de ahora es mejor que lo de antes.
Es decir, a Kevin Durant no lo habría podido defender nadie en la NBA de los 80-90, los ciclistas de ahora suben mucho más deprisa los puertos que los de hace 20 años y el nylon, las líneas o las cañas de ahora, volviendo a la pesca, les dan cien patadas a las que había cuando yo empecé a pescar.
Claro, hay excepciones.
Todavía quedan por ahí algunos récords sin batir de la época en la que los de la RDA iban de clembuterol, o lo que fuera, hasta las trancas; como Maradona no habrá nunca nadie jamás y como aquellas primeras patas de liebre ártica, por desgracia, no se han vuelto a ver.
Y me fastidia porque era muy fácil aquello de pescar con la misma mosca todo el rato. Y con las patas que hay ahora, lo de sacar cuarenta truchas seguidas sin que la mosca deje de flotar y sin usar flotabilizador, ya no es posible.
A pesar de todo, sigue siendo una de mis cinco moscas favoritas, y dudo que nunca deje de serlo. Y sigo llevando unas pocas en mis cajas, tratando de aprovechar al máximo lo que me queda todavía de patas de buena calidad.
Y es una de mis moscas favoritas porque pesca, porque se monta en dos o tres minutos, porque nunca he usado otra que aguante tantas picadas sin dejar de funcionar y porque gracias a ella empecé a curarme de la gutermannía galopante que durante tantos años sufrí.
Con los años pude ir probando la aplicación de este material a otros montajes:
- Alas en efémeras en sedas o rayón.
- Alas en montajes tipo barón.
- Falsos hackles en emergentes o tricópteros.
- Tejadillos de tricópteros.
- Alas para hormigas.
- Postes para montajes en paracaídas.
- Etc.
Si bien todos estos experimentos no iban del todo mal, ninguna se acercaba ni remotamente a la eficacia, durabilidad y sencillez en el montaje del patrón original.
En este caso Frank Betters no solo fue el primero, también fue el mejor.